martes, 19 de agosto de 2014

Relato de Terror - Elias Veron

Ignacio iba remando sin apurarse cortando el agua con su vieja barca, la luna llena observaba su reflejo en el río que emanaba una bruma que se desplazaba hasta cubrir el techo del monte Ribereño. Al oír unos pájaros gritar alarmados en el monte, cerca de la costa, no le dio importancia, seguro era algún gato montés o una comadreja cazando en la noche, pensó mientras seguía remando. Ignacio era un experto en el río, exploraba sus aguas diariamente en busca de peces y otros animales que vendía en el pueblo para mantener a su familia. La sensación de que algo lo estaba siguiendo comenzó a crecer en su mente, escucho ramas crujir y sacudirse como si alguien corriera por el monte, cuando dejaba de remar para oír mejor el ruido se detenía pero los pájaros que despertaban asustados delataban una presencia furtiva oculta en el apretujado follaje. Arribo al puerto que el mismo había construido y amarro el bote, antes de cargar sobre su espalda la bolsa con pescados que ya había limpiado y salado, cargo con dos cartuchos la escopeta que siempre lo acompañaba. Tomó el sendero que Zigzagueaba entre la maraña de ramas espinosas y diminutas hojas que indiferentes a la claridad de la luna protegían en su interior a la mas oscura e inquietante noche. Primero se oyó como una respiración casi imperceptible, luego fue aumentando hasta convertirse en la clara exhalación de furia de una bestia que se acercaba. Lo que mas miedo causo a Ignacio fue el no poder distinguir de donde provenía aquel Espantoso gruñido, trato de no correr, su experiencia y su aguzado Instinto le decían que si corría la bestia lo iba a perseguir. Un aullido estremecedor confirmó los miedos que en ese momento agobiaban al asustado pescador, lo perseguía un hombre lobo.Disparo al aire, el estruendo fue tal que izo eco en el río y frenó Al hombre lobo que permaneció oculto entre los árboles hasta que Ignacio salió a campo abierto, cuando miró hacia atrás el terrorífico monstruo estaba en el final del sendero, antes de que la escopeta volviera a tronar se sumergió en la oscuridad del monte que lo amparó nuevamente, como a otros misterios que se deslizan entre sus sombras esperando pacientemente a nuestros pasos cruzar por algún camino o sendero apartado.

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